Buscar este blog

domingo, 5 de febrero de 2012

¿Quién será ésta?



Que digo yo que si alguien sabe cuando se termina este sube y baja hormonal que me tiene frita desde hace casi cinco años. Que si alguien sabe, que me cuente, que estoy empezando a creerme, que soy de verdad esta especie de cosa rara que, lo mismo se pone a llorar a moco tendido con un anuncio de tegustaconducir (¿??? que encima no me gusta), que a reír hasta las lágrimas, en mitad de una frase trascendente de alguien que no entiende qué bicho me ha picado de repente. Normal. Yo tampoco lo entiendo, palabra.

Cuando ya me creo que tengo controlada la situación, que me voy adaptando a los cambios múltiples y variados con los que mi medio exterior me está ayudando tanto, me levanto un día por lo pies de la cama, y lo mismo me puede dar por hacerme relaciones públicas de mi barrio, sonrisa en ristre y corazón abierto y generoso, convencida de que he eliminado a la bestia, que por ser anacoreta y no levantar la mirada del suelo más profundísimo, para no tener que cruzarla con ningún ser viviente que me la pueda devolver, con la conciencia absoluta de que voy a perder esta guerra de guerrillas.

Y no es que yo quiera nada del otro mundo. No es que no tenga ya asumido que soy rara y difícil en el trato conmigo misma y con algunos de mi confianza, no. No es que quiera que me guste envejecer, deteriorarme, ni cosas de esas, no. Lo que quiero es algo de equilibrio. Con saber que mañana se va a levantar de la cama la misma que se acueste hoy, me conformo.  

Prometo no aburrirme con algo de rutina personal. Dos semanas seguidas siendo la misma, y pensando lo mismo de las mismas cosas. No es demasiado pedir, creo yo. Que nadie se puede imaginar el sobresalto que supone encontrarse con una loca desconocida, que, encima, siempre me contradice, en el espejo cada mañana. Tanto es así, que me acuesto, atea y todo, rogando a todos los santos que por la mañana no me haya diluido completamente en vaya usted a saber quién. Y que no se me siga cayendo la cara (lo demás ya lo he dejado por imposible) por los lados. Eso a San Judas, que es el abogado de los imposibles. Total, puestos a pedir…

Si me lo hubieran dicho hace cuatro o cinco años, hubiera tachado de sádico a quien fuera, pero, lo juro, ¡¡echo de menos mis estrógenos!! Y todo esto sin Terapia Hormonal Sustitutiva, que si me llegan a sustituir…

Y ahora me voy a cocinar, que la extraña que llevo dentro se relaja entre pucheros. ¡¡Yo cocinando para que se relaje otra!! Vivir para ver. Socorro.

1 comentario:

  1. Jajajaja, me parto, que malas son las hormonas y que difíciles de entender, no sólo por nosotras si no por ellos jajajaja

    ResponderEliminar