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viernes, 17 de septiembre de 2010

Una de oído



Visito al otorrino de mi familia, al que conozco desde hace 20 años. Nos tenemos un aprecio extraño y casi siempre me pincha porque sabe que salto. Es un buen hombre, pero me cabrea la situación de poder que supone ser “el médico” cuando una es la paciente, y él lo sabe y se aprovecha. ¿¿He dicho ya que odio a los médicos en general y a alguno en particular??

Menda, amable, proponiéndome no cabrearme esta vez, pase lo que pase:
-“Toma, los análisis de mi hija, no puede venir, está en Sevilla, ya sabes, los exámenes”
Otorrino, con media sonrisilla irónica:
-”Ya, ¿y tú? ¿No tenías que haber venido cada seis meses, para que yo vigilara tu conducto? Hace por lo menos 5 años que no te veo el pelo. Luego me dirás que estás sorda.”
Menda, tratando de cambiar de tema y de no sentarme en el sillón. Por no obedecer más que nada.:
-“Pues ya me has visto el pelo. Más largo. Por mí no te preocupes, yo estoy estupenda.”
Otorrino, con sorna y el aplomo de saber que está en SU despacho…:
-“Que estás estupenda nadie se atrevería a ponerlo en duda, Respi, pero siéntate ahí y déjame verte el oído.”
Menda, con sensación de que me está tomando el pelo, pero en mis trece, sin moverme del sitio:
- “Qué manía con verme la oreja, que estoy bien, si hubiera querido enseñártela, hubiera pedido cita para mí.”
Otorrino, esperándome en el sillón de reconocimiento, pesadísimo:
-“Que te sientes y te calles.”
Menda, cabreada, pero sentada en el sillón con la oreja al descubierto:
-“¡¡Qué pesadito te pones!!”
Otorrino, graciosillo él:
-“Y eso que te pido que me enseñes la oreja, que si te llego a pedir verte la úvula…”
Menda, cogida por la oreja, pero odiando a los que van de listillos y segura de haber perdido la apuesta conmigo misma de no cabrearme:
-“Eso es más fácil, con decirte que NO abriendo mucho la boca, me la habrías visto entera.”
Otorrino, dueño de la situación y de mi oreja, que si no...:
-“Y qué, ¿cómo estás de ligues?”
Menda, atónita y a punto de levantarme y llevarme el otoscopio puesto:
-“Y tú, ¿¿cómo estás de forúnculos??”
Otorrino, descojonado pero en retirada:
 -“Qué desagradable eres, hija, Respi.”
Menda, acordándome de sus muertos que serían unos santos..:
-“¡Y tú qué cotilla!”

Y todavía me queda la revisión ginecológica. Vaya racha. Odio a los médicos, es mutuo !!y pretenden que vuelva!!. Lagarto, lagarto…

2 comentarios:

  1. Pues yo llevo unos días yendo al dentista y no te puedes imaginar que gusto paso.

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  2. Me lo imagino, Toupeiro, y no me das ninguna envidia!!

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