Yo no sé vosotros, pero yo todavía me acuerdo de cuando en verano se llevaba ropa de verano, y en invierno, de invierno. Qué tiempos.
Hará seis o siete años que todo eso cambió, y las pasarelas se volvieron tarumbas. O eso, o hicieron un pacto secreto con los laboratorios farmacéuticos, para vender más anticatarrales, o jarabes para la tos, a cambio de un diseño minimalista, postmoderno y de marca con logo, para las cajas de supositorios, pongo por caso.
Seguramente es que estoy mayor (seguro, sin mente, además...), pero me indigna ver cómo intentan tomarnos el pelo, vendiéndonos para la temporada otoño-invierno, camisetas de tirantes, que no valdrían ni como camisetas interiores decentes, vestidos vaporosos sin mangas y con escotes hasta la cintura, y sandalias de tiras y con 20 centímetros de tacón. Para los días de lluvia de las gotas frías que nos esperan, vamos!!
Yo no sé si en los sitios que frecuentan los diseñadores que marcan tendencias (manda huevos la palabrita...), habrá climatizadores a toda pastilla, y por eso, ellos, además de perder la perspectiva de otras cosas (practicidad, costo de los modelitos de marras, etc.), también pierden la perspectiva de los grados centígrados que se gastan los días de invierno en mitad de la calle. Y eso sin hacer uso y explotación de la famosa sensación térmica que nos explican en la tele, y que yo tengo unos cinco grados por debajo de la media nacional, siempre. Hablamos de exteriores, en los que por lo menos llevas puesto el abrigo.
Ni hablo, por no mentar la soga en casa del ahorcado, de los interiores de por aquí, en los que la cosa se pone mucho peor, porque, por lo menos en los que yo frecuento, cuando te quitas el abrigo puedes quedarte convertida en estatua de sal helada, como la mujer de Lot sin darte la vuelta siquiera, si te empeñas en ir de lo más fashion.
Todo eso además de que en pleno mes de Agosto bochornoso, ya no quedara ropa de verano, y en las tiendas de moda tuvieran puesto el aire acondicionado bajo cero, para que te den ganas de comprarte ya algo sobre la marcha, para poder seguir viendo las escasísimas rebajas, (que esa es otra, desde que las mismas perchas de Junio son de nuevo, ¡milagro!, nueva temporada otra vez), sin pillar una pulmonía triple.
¿Estamos todos locos o qué? Porque si me indigna que nos intenten tomar el pelo, me indigna más todavía que nos lo dejemos tomar. Y que siguiéndoles las reglas del juego amañado, nos compremos una mini-cinturón (27 cms. medidos) y unas chanclas, para celebrar las Navidades.
En fín, seguro, me hago mayor.
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