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jueves, 6 de enero de 2011

De chivatos y de humos



Si el otro día me hacía un montón de preguntas difíciles y no tenía claras las respuestas, ni las soluciones a los conflictos internos, hoy casi tengo la seguridad de que alguien, con bastante menos escrúpulos que yo, ha decidido que somos tontos y que es mejor pensar por todos nosotros y tomar las riendas de nuestra vida. Para mejorarla, claro, por nuestro bien, que nos decían de niños. Y para muestra, el botón del tabaco. Pero sólo como muestra, hay muchos más.

Ahora va a resultar que el tabaco y sólo el tabaco, es el monstruo de tres cabezas que amenaza los sueños de los niños, el verdadero responsable del hundimiento de la economía mundial, la muerte en forma de humo (pero sólo del cigarrillo, oiga), y la reencarnación del Anticristo que ha venido a este mundo miserable, a poseernos a todos y convertirnos en pequeñas reproducciones de Lucifer,  humeando todavía los azufres del Infierno. Venga ya, hombre, que no me da la gana de comprarles la moto.

A ver si va a resultar que el agujero de la capa de ozono es por culpa de los malditos cigarrillos, y el hambre en el mundo es porque fumar adelgaza, y la escandalosa corrupción moral de algunas clases de individuos es porque el tabaco corrompe los pulmones y el resto del organismo se contagia, o el fanatismo religioso se explica ahora por el mono de la nicotina.

Que no. Que gracias, pero sé pensar sola. Que si no quiero humo, voy a sitios donde no se fume, que los había ya, pero no tengo forma, por ejemplo, de no respirar el humo de los coches, salvo que salga a la calle con mascarilla y botella de oxígeno a la espalda.

Que nadie me obliga a comprar tabaco si no quiero, ni a fumármelo, que en las cajetillas hace tiempo que nos avisan a lo bestia de que fumar mata, así es que, como sé leer, si quiero matarme, lo hago con conocimiento de causa. Curiosamente nunca he leído eso en la carne de ternera o de pollo, hormonada, o lo que sea que esté. Que está, y si no que me expliquen porqué se me llena la sartén de agua al cocinarla. Ni en los transgénicos, de los que nuestro país es uno de los mayores cultivadores. Ni en las casas que tienen cerca una antena de alta tensión o una de telefonía móvil de las que todavía no se conocen (o no se han dado a conocer) sus efectos. Qué cosas, oye.

Que mi vida es mía, por lo menos a priori, y que es mi privilegio vivirla como me de la gana, siempre que no perjudique al resto, y ya me dirán ustedes qué sistema de ventilación tan espectacularmente malo han de tener nuestros hospitales, si porque yo esté fumando en la puerta, les llega mi humo (el mío, el de los coches no) a los pobres enfermos ingresados y obligados por mi mala cabeza, a tragar las porquerías, que esa es otra, que se desprenden de mi cigarrillo. Otro poner.

Y para que me dé ya el pipiherbe completo, tengo que tragarme que el alcohol, bebido moderadamente es muy sano. Que sí, que no te enteras. Que un vasito de vino al día, alarga la vida. Y que ellos (y ellas) fabrican bebidas espirituosas, contando con tu sentido común y tu buena cabeza nopensante. Así es que, por esa regla de tres, los únicos que no son capaces de controlarse adecuadamente son los fumadores, que andan de un lado para otro poniendo al personal perdido de humo y sin ningún autocontrol.

Y que nadie me venga con los “pasivos”, que a ver si no soy yo “pasiva” de los botellones, los destrozos en la vía pública y los graciosos con el “puntillo”. Eso por no nombrar al gobierno (gobierna) que nos ha tocado. A ver si no soy yo “pasiva” suya. Y no delato a nadie. Y menos sin decir quien soy.

Podría seguir, pero me parece todo tan evidente, que me canso sólo de pensarlo. No sé qué clase de mundo estamos construyendo, pero lo que sí sé, es que cuanto menos pensemos, más fáciles seremos de gobernar. En el más amplio sentido de la palabra.

Hace años que el invento de las cortinas de humo ( del tabaco, naturalmente) encandilo a según quienes, y abrió una senda más peligrosa que la de los elefantes. Iba a decir que no quiero ni pensarlo, pero eso es precisamente lo que ellos (y ellas, por dios), quieren, así es que, con su permiso, o sin él, me lo voy a pensar.
A menos que los chivatos me denuncien por hacerlo. Anónimamente, por supuesto.

¿Que no? Esperad a ver como, dentro de nada, será denunciable por los nopensadores, pasivamente agredidos por el "pensamientonoatontadordelaconciencia" ajeno. Y si no, al tiempo.

¿A nadie le suena haber leído esto en alguna novela premonitoria del mundo feliz que nos espera? Lagarto, lagarto...

3 comentarios:

  1. Entiendo tu enfado Mela, pero yo que no he sido nunca fumadora activa, que si pasiva y mucho, estoy encantada con la medida. Me explico:

    Tengo un perro encantador. Un animal cariñoso, bueno y noble que lo único que quiere es querer y que lo quieran. Pues bien, desde hace once años que lo tengo no puedo entrar a un bar con el porque está prohibido. Y ¿porqué está prohibido? .. Está prohibido por la sencilla razón de que a los demás le puede molestar o no gustar la simple presencia del perro. Y ¿que hago yo?.., pues quedarme en la terraza, donde si me dejan o simplemente no llevármelo cuando voy de bares.

    Es eso lo único que creo que quiere decir la ley, y por supuesto los no fumadores. Si yo respeto la prohibición de entrar a un bar con mi perro.. ¿por qué tengo que tragarme el humo de los fumadores, que además va en contra de mi salud?.

    La ley no prohibe a nadie que fume. No. Puede hacerlo en su casa o en la calle al aire libre. Lo único que se pretende es que no se moleste a los demás ni se atente contra su salud.

    Y lo de los hospitales ... perdona, pero si se baja la guardia se fuma hasta en los antequirófanos.

    No creo que esta ley quiera demonizar a los fumadores. Simplemente la ley defiende, como en el caso de los perros, a las personas que ni fuman ni les gustan los perros.

    Por cierto.., ser pasiva de un botellón, solo te dejará una noche de insomnio.., ser fumadora pasiva, te dejará un pulmón negro de alquitrán con un billete comprado para que toque un cáncer de pulmón.

    Besitos

    Yolanda

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  2. Hace dos años que dejé de fumar, Yolanda, así es que mi cabreo no es por no ser fumadora pasiva que ahora lo soy. Mi cabreo es porque nos quieran dejar por tontos y que nos dejemos. Digo, desde el principio, que la ley antitabaco la uso como botón de muestra de la doble moral de nuestros gobiernos, (sean del color que sean), y que es curioso como se cuidan determinadas cosas en determinados momentos, y no en otras y en otros.

    Mi reflexión pretendía ir más allá de la ley antitabaco (que por otra parte, si es tan terrible, no sé porqué es de uso legal, como el alcohol, otro que tal baila), aunque entiendo perfectamente tu razonamiento a sus ventajas concretas, y muchas de ellas las comparto.

    En cualquier caso, me alegro mucho de verte por esta tu casa, y te agradezco un montón el comentario, sin ellos, un blog es sólo la mitad de un blog ;P.

    Muchos besos, wapa.

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  3. En este punto estamos de acuerdo Mela.

    El que a mi concretamente esta ley me beneficie, no quiere decir que yo me crea que el gobierno lo haya hecho única y exclusivamente por la salud de los españoles. Hace tiempo que dejé de creer en la política, o mejor dicho en los políticos de cualquier signo, (aunque voto rigurosamente cada cuatro años), cuyas prioridades cuando llegan al gobierno no es más que intentar quedarse el mayor tiempo posible, aunque para ello haya que renunciar a ideologias o legislar a golpe de intención de voto.

    Pero es lo que hay. Y es lo que hay en España y en el resto del mundo. Podríamos hablar de la crisis y de quien la ha originado.., los bancos, si, pero ... ¿quien los ha dejado hacer y deshacer a su antojo? Es una obscenidad que ahora los excesos de los bancos lo estemos pagando, como siempre... los mismos.

    Pueblo llano.., pueblo sabio..., y sin embargo tan débil..


    Besitos

    Yolanda

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