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domingo, 16 de enero de 2011

En ocasiones veo muertos...



Hace un mes, aproximadamente, empezaron a salirme unos puntitos rojos por el cuerpo, algo mosqueantes. Como sé que soy rara hasta para las alergias, y conozco a los médicos como para haber tenido dos hijos con uno, y ninguna fe en la medicina, decido no hacerme ni caso y pasar del tema.

Pero como sea que cada vez me parecía más a un traje de gitana que empezaba a mosquear al personal, y a instancia de mi hija que amenazó con retirarme la palabra si no iba a vérmelo, decidí pedir cita en un derma de renombre, porque ya que una, va y se decide, qué menos que el susodicho tenga referencias.

La enfermera, encantadora, me llama por mi nombre y me abre la puerta del despacho. El médico, levanta los ojos levemente del ordenador portátil al sonido de mi saludo, y vuelve a ensimismarse en la pantalla. Ni flores. Me siento sin saber muy bien si es que es sordo, o es que hablo muy bajito. Decido no darle importancia, y espero, paciente (nunca mejor dicho).

Calculo que habrán pasado una docena de arcángeles, lo menos, cuando oigo un susurro que me pregunta, por supuesto sin mirarme... Nombre, edad y dirección. A punto estoy de decirle que no quiero que me escriba una carta, pero en vez de eso, contesto educadamente a las tres preguntas. Me empiezo a ver saltando por encima de la mesa y zarandeándolo. Trato de despejar la mente y concentrarme en lo que supongo que me va a preguntar.

Pues no. Silencio. –“No me pican”- le espeto, valiente y algo cabreada, al rato. Silencio. -“No he tenido fiebre y no tomo ninguna medicación”- insisto. Silencio. –“No he cambiado de gel, ni de cremas, y no tengo ropa nueva”- digo, ya a punto de matarlo. No se inmuta. Estoy por pellizcarme por si es un sueño, o un viaje astral, o algo.

Se levanta y oigo: -“Pase aquí” – Obediente y aprovechando que acabo de comprobar que no es un robot, me levanto y lo sigo. Levanta las manos como si yo estuviera atracándolo y deduzco, sin su ayuda, que quiere que haga lo mismo. Lo hago. Me siento como en la guardería. Me mira las manchas a través de la lupa, de lejos. Por un gesto de su índice, creo que quiere que me levante la camiseta, trato de no poner cara de ¿¿¿selehacomidolalenguaelgato???, y me levanto la camiseta. Gira el dedo en redondo, y yo giro. Ahora sé cómo se sienten los caniches en el circo. Solo que yo, encima, ni tengo galleta… (aunque ardo en deseos irrefrenables de darle yo una...)

No puedo más y le digo con toda la sorna de la que soy capaz: -“ No es contagioso, mis hijos son dos lapas, estése tranquilo...” (¡Ja, cómo si estuviese nervioso!).  Yo, ya no estoy segura de si estoy en la consulta de un dermatólogo, o en un monasterio Tchao-Li, delante del maestro.

Vuelve a la mesa, y en un esfuerzo sobrehumano hilvana una frase completa que casi me pierdo de la emoción. – “Cuando tenga los resultados de los análisis, los manda por fax, llama por teléfono, y ya veremos”. Yo estoy tan asombrada todavía por todo lo que me ha dicho del tirón, que no reacciono. Da igual, no hay prisa. A continuación, exhausto, supongo, tarda tres minutos de reloj en doblar en tres partes idénticas, el papelito de la prescripción antes de alargármelo por encima de la mesa. A estas alturas, estoy ya convencida de que padece narcolepsia y que me veré obligada a despertarlo de un alarido, de un momento a otro. En cuánto se le caiga la cabeza sobre la mesa...

Ya en el portal, me aseguro en el espejo de que estoy, de que no soy una presencia ectoplasmática. Se me ve. Palabra. ¡Qué susto!

En ocasiones, veo dermatólogos muertos...

4 comentarios:

  1. Yo estoy casado con una de esas, a la que muchos le deben la vida; sin embargo, la única vez que me hizo falta, por poco me mata. Y dirás: claro, a quién se le ocurre; pero no es eso, no lo hizo aposta.

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  2. ¡Dios nos libre¡(y eso que no creo) de ponernos enfermos y caer en las manos de semejantes entes ya sea en la pública o en la privada.Muerte lenta casi seguro.

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  3. Jajajajajaj Pau, hay de todo, como en botica, pero los médicos y los "recomendados", siempre tienen problemas. Beso.

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  4. Tienes razón, Marín, supongo que piensan que de todas formas, de algo hay que morirse!! Besitos.

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